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REDEFINIR LA INNOVACIÓN

Podríamos definir la innovación como la transformación de las ideas, nacidas bajo el impulso de la creatividad, ya sea individual o colectiva, en soluciones que generen un beneficio no sólo para quien propone dichas ideas sino para el conjunto de la sociedad. Podemos decir, por tanto, que más allá del impacto de la novedad y del valor económico o social que suponga dicha innovación, es la noción de evolución la que late en el centro del concepto.

Si seguimos de cerca las definiciones institucionales de innovación que rigen en España para la delimitación de los programas e iniciativas amparados bajo las políticas de I+D, la innovación sería el conjunto de estrategias diseñadas con el fin de promover el cambio desde el modelo productivo actual hacia otro centrado en la generación y gestión del conocimiento, así como al desarrollo tecnológico.

¿Cuál va a ser el papel del emprendimiento social y cultural dentro de estas políticas de innovación? ¿Qué tenemos que decir acerca de nuestro papel en el campo de la INNOVACIÓN SOCIAL?

Podemos observar que, tanto en la definición de creatividad como de innovación, se superponen tres áreas: la que se centra en lo tecnológico, la que propone la búsqueda de un beneficio social y aquella que apuesta por la investigación sobre nuevos métodos de gestión del conocimiento.


Diagrama Innovación

Pero, más allá de la definición schumpeteriana de innovación, “aquella herramienta clave para el desarrollo de las empresas y los sistemas económicos sobre las que éstas se sustentan” o la que nos muestra Castells con la idea de cadena de valor, “la innovación es el proceso por el que el desarrollo de la productividad se añade al valor del producto”, desde el ámbito de la gestión cultural ya se están dejando oír voces críticas acerca de la necesidad de una definición más humanizadora y que apueste por el acercamiento a los usuarios de dicha innovación. Entre los debates más interesantes en el campo de la innovación social y cultural se encuentran los relativos a:

  • Generación de contenidos participativos.
  • Accesibilidad a diferentes contenidos, diferentes colectivos.
  • Circulación libre y open innovation.
  • Interconexión en redes, sin centros ni periferias.

Entre las grandes cuestiones pendientes se sitúa la reflexión sobre los conceptos de autoría y derechos de autor, que en diferentes campos y formatos y a través de la gestión de los DRM (Derechos Digitales), están propulsando nuevas estrategias en la accesibilidad al conocimiento.